
Estamos viviendo en un mundo que hemos desestabilizado: las temperaturas globales, el nivel del mar y la desigualdad están aumentando, y ya son casi mil millones de personas en todo el mundo las que sufren por privación crónica de alimentos.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) predice que, en el año 2050, si las tendencias actuales continúan, la población mundial alcanzará los nueve mil ochocientos millones de personas. Como resultado de ello, se espera que la demanda mundial de alimentos y piensos aumente en un setenta por ciento, ejerciendo una presión adicional sobre los recursos agrícolas ya sobreexplotados. El procesamiento del ganado animal está destruyendo la naturaleza salvaje y liberando miles de toneladas de CO2 a la atmósfera. Es un hecho que la biodiversidad está disminuyendo a ritmos agigantados.
Para enfrentarnos al desafío considerable de garantizar la seguridad alimentaria para el futuro, es imperativo que encontremos fuentes alternativas y sostenibles de proteínas, tanto para el consumo humano como para la alimentación animal. Entre las posibles soluciones a estos datos preocupantes, se está abriendo una puerta silenciosamente: comer insectos. Y es que la industria de los insectos en la que ya se están desarrollando proyectos I+D, podría ser la solución definitiva tan necesaria. Los insectos comestibles: la próxima revolución alimentaria.
¿Por qué crece el interés en los insectos comestibles?
Los insectos comestibles han llegando para quedarse, y vienen en todas las formas y tamaños posibles. A lo largo de nuestra historia, se ha demostrado que hemos dependido de una dieta parcialmente insectívora durante milenios, y además hemos evolucionado como comedores de insectos.
En muchas culturas alimentarias de todo el mundo, los insectos son un preciado manjar y alcanzan precios más altos que la carne. Se comen en tacos, en cuencos de arroz y sándwiches. Y además encajan muy bien con muchos platos comunes.
Sin embargo, la cultura alimentaria global dominante, no abarca los insectos. La aprensión y la curiosidad distante son las reacciones más comunes cuando pensamos en ellos como alimento. Todavía no hemos cruzado la línea y nos debatimos entre probar la cocina de insectos y el rechazo que nos puede producir.

Pero los expertos en el tema nos están avisando y confirman que los insectos comestibles no solo podrían salvar el planeta, sino también a nosotros mismos. Hay más de dos mil especies de insectos comestibles, cada una con su propio sabor y textura. Lo mismo puede decirse de las plantas, de las cuales hay más de doscientas mil especies comestibles.
Los grillos y los gusanos de la harina ahora se producen a gran escala en partes de Europa y América del Norte, y algunos distribuidores también importan insectos más exóticos de todo el mundo. Los insectos ya son una fuente natural de alimento para cerdos y aves de corral, así como para muchas especies de peces. Además, las larvas de insectos son generalmente altas en proteínas y ricas en otros nutrientes beneficiosos como grasas, minerales y vitaminas.
Como fuente de proteínas para el consumo humano, los insectos ofrecen varias ventajas sobre las fuentes tradicionales de carne al tener una tasa de conversión alimenticia significativamente más alta que la de otros animales.
Iberinsect, formando parte del cambio

Los insectos necesitan menos alimento para crecer en comparación con el ganado, por lo que ocupan menos espacio en el planeta. Esto es imprescindible en este momento. Los expertos creen que necesitamos preservar la mitad de los ecosistemas del mundo para un futuro sostenible. Además, la producción de insectos es más ecológica que la producción ganadera convencional. Los insectos liberan cantidades mucho más bajas de gases de efecto invernadero y amoniaco a la atmósfera por kilogramo de carne que el ganado o los cerdos.
Y uno de los aspectos también destacados. Los insectos han sido tradicionalmente recolectados, preparados y vendidos por personas que tienen poco poder económico o político. La comercialización de insectos como alimento puede contribuir significativamente a la subsistencia de algunas de las comunidades más marginadas del mundo.
Quizás abrazar a los insectos como alimento pueda ayudarnos a conectar mejor entre nosotros, sin importar de qué parte del mundo venimos. Los insectos comestibles: la próxima revolución alimentaria que puede ayudarnos a salvar el planeta.